lunes, 11 de marzo de 2019

.:ENTREVISTA:. Ivo Kravic en Casa de Filosofía

En su paso por Montevideo, Ivo Kravic presentó su película Apuntes de Konavle en Casa de Filosofía. Se trata de una epopeya emotiva, donde el protagonista realiza un viaje que se bifurca en dos mundos; por un lado, llega a la Europa de sus ancestros (donde hay una herencia que espera por él) y por otro, acaso sin buscarlo, llega al sendero que le permite ahondarse en las profundidades de su identidad. Es ahí cuando el protagonista comienza a deconstruir la memoria y la diferencia. El film tiende una mirada acerca de la relación oscura que yace entre identidad e inmigración,  mostrando la dualidad entre las condicionantes de un entorno espacial adverso (donde la ley y la cultura se contraponen) y el mundo interno del protagonista (que al intentar descifrar los avatares de la comunidad termina en una encrucijada consigo mismo).


ENTREVISTA
Luego de transitar tantos años por las sendas del teatro, te ahondas ahora, en las aguas del cine. ¿Cómo se dio la génesis de Apuntes de Konavle?
 Ivo Kravic: Konavle es una zona adriática de Croacia. Yo estuve allí alrededor de los años 93 y 95, la guerra terminó aproximadamente entre el 95 y 96. En ese tiempo, fui escribiendo unos cuadernillos con una serie de vicisitudes respecto de una herencia de mis padres que yo había ido a buscar a aquella zona. Al mismo tiempo me fui interiorizando también del proceso de la guerra y las implicaciones que eso tenía tanto sobre la gente como sobre la jurisprudencia; y después me di cuenta también de una serie de limitaciones culturales. Esos cuadernillos los fui escribiendo de una forma desinteresada. Después dejé pasar el tiempo, dejé enfriar el asunto hasta que me di cuenta que esos cuadernillos no eran míos, como que no me pertenecían y, por lo tanto, podía tomar distancia de ellos. Entonces, resolví convertirlo en una novela y posteriormente obtuve un subsidio para que esa novela se convirtiera en una obra de teatro con la cual hicimos una gira y después lo terminamos en cine dándole otra mirada, por lo menos desde el cine, siempre diferente, ¿no? En síntesis, podríamos decir que la película narra el periplo del protagonista que va a la Croacia de sus padres por una herencia y se da cuenta que allá hay un primo que precisamente le es adverso por la sencilla razón de que, si su padre se fue de la patria, a él ya no le correspondía recibir nada de la herencia. Un poco como que esa cultura, esa tradición estaba muy por encima de las normas jurídicas porque cualquiera estaba en condiciones de recibirla. Conjuntamente con eso hay una serie de contratiempos jurídicos que hacen también a la corrupción jurídica, a los abogados, a los jueces. En lugares tan chicos, los abogados son precisamente como una especie de corporación que muchas veces no actúa a favor de los derechos. Paralelamente a eso, la guerra también influye y altera las relaciones entre las personas. La película si bien tiene que ver con un reciclamiento de experiencias vividas, no es una obra autobiográfica.
 
¿Qué relación acaece entre identidad e inmigración?

Complicada, las veces que lo pienso… no estás de un lado ni del otro. Pienso que nosotros somos hijos de una quiebra histórica que se produjo, porque cuando mi padre vino a América, se dio, por un lado, una pérdida de identidad de mi padre, pero por otro, mi padre también quería volver, quería llevar a toda su familia para Croacia y ocuparse de triunfar también allá y no solamente el hecho de venir y hacer fortuna acá para quedarse. Esta era también la intención de muchos, hasta que en algún momento dijimos: “es tarde ya para volver”, y siempre estaba esa añoranza de volver y el hecho de estar acá, en un país que les daba todo... Yo creo que hay como una especie de fractura histórica que se hace sentir en nuestra educación desde nuestros padres hasta ahora, ¿No? Una especie de  discontinuidad de la historia, digamos. En el film el protagonista habla de “el crimen del Mar”, obviamente una metáfora, que lo refiere todo: Aventuras, pasión por lo desconocido, por el poder, por la huida, y esas oscilaciones del ser como las mareas.

¿Cómo conviven la identidad y la comunidad en el espacio de la inmigración? 
 El problema de la identidad es bastante complicado, por lo menos entre los croatas, porque ha habido tres inmigraciones diferentes. La primera a fines del siglo XIX, la segunda a principios del XX, que fue la de mi padre, producida por la crisis que significó la guerra en Europa. Muchas madres preferían no ver a sus hijos nunca más a verlos enrolados en el ejército y la guerra, entonces los mandaban a América; y la tercera fue la inmigración política del 45, que se jugó por un gobierno  que fue, de alguna manera, aliado de Alemania y al venir acá se consideraron como los únicos intelectuales que podían representar a Croacia hacia el extranjero  y en la colectividad; entonces se produjo una tremenda quiebra entre las distintas inmigraciones porque tienen orígenes y razones diferentes,  económicas, políticas, En cuanto a lo político no olvidemos que el hogar Yugoslavo fundado en el siglo XIX ;muchos  croatas integraron la sociedad y tuvieron sus filiaciones con el comunismo. Ahora, la colectividad se disuelve gradualmente y esto no sucede solamente con los croatas, sino también con otras colectividades. Obviamente se fueron perdiendo las características de encierro, antes se casaban entre ellos, eran grupos de pertenencia y ya no son lo que fueron en su momento. Pero siempre es algo que atrapa. A mí me atrapa mucho el tema de la identidad, puesto que uno ha vivido una infancia y una adolescencia entre dos idiomas, entre el idioma cervantino y el idioma de allá, que escuchábamos cuando éramos niños, y en general las reprimendas eran siempre en el lenguaje de nuestros padres así que uno puede imaginar cuáles eran esas primeras palabras…Y en  esa infancia que, al decir de Baudelaire, es como la primera patria de uno  me fue marcando el camino por un interés en volver a los orígenes. Para mí era muy importante volver y recorrer la geografía que alguna vez recorrió mi padre, que era un artista, tocaba muy bien la guitarra; que lo hicieron huir de la crisis europea, prácticamente lo obligaron a venir, aunque él no quería.

¿Tu encuentro con la lengua croata se dio de manera natural, o fue más bien un proceso de incorporación y aprendizaje?
 Obviamente estaba obligado a oir el idioma coloquial cuando era chico. La primera vez que fui a Croacia me pasó que prácticamente no entendía nada. Pero me pasó algo muy curioso porque empecé a hablar con lo poco que recordaba, y la gente me decía que hablara, que no importaba como hablara, que ellos me iban a entender igual, y entonces me pasó algo muy extraño, cuando empecé a hablar sentía que estaba hablando por mis muertos y después con el estudio del idioma comencé a tomar distancia de aquella primera sensación.

¿Cómo fue el pasaje de la obra teatral al lenguaje cinematográfico?
 La esencia del personaje  ya la tenía porque lo había elaborado en teatro, entonces solo lo tenía que capturar para la cámara. Mi campo no es el cine, es el teatro. Esta es mi primera obra cinematográfica y probablemente sea también la última. En Apuntes de Konavle, todo el periplo dramático prácticamente lo lleva el protagonista y el resto son, en ese sentido, como personajes secundarios, son como fantasmas que lo rodean. Hay un personaje muy interesante en la obra que es el hidalgo, que es como su sombra, como si fuera su fantasma, que es como un apoyo cultural que tiene el personaje frente a un mundo que le es completamente distinto. En la obra de teatro es un personaje muy quijotesco y en el cine queda más mesurado, más fantasmal. Muchas de las cosas que le ocurren al personaje él las transcribe de manera muy quijotesca. La obra de teatro muestra al hidalgo más quijotesco y más cómico de lo que aparece en el cine, que tiene una apariencia más sombría...

¿Cuál es tu relación con Ivo actor?
 Yo ya hace unos cuantos años que dejé de subir a escena. Siempre me gustó en general el teatro histórico, que para mí no se trata de hacer un teatro didáctico, sino no tendría sentido de representarlo, no creo en un teatro con la intensión de enseñar, porque para eso uno agarra el libro y listo. En el teatro histórico la ficción debe inferirse de la documentación misma. Por un lado, que no haya ficción libre porque es demasiado riesgoso, pero por otro, que tampoco se trabaje a raja tabla cumpliendo con el rigor de la documentación misma...Yo aprovecho la experiencia actoral para la escritura. Después que dejé de actuar, me dediqué esencialmente a escribir teatro histórico. Siempre me fascinó la historia de argentina. Sucede un fenómeno que es interesante, yo no soy filósofo, soy más bien un autodidacta, pero cuando me interesa un determinado protagonista o un tema puntual, se me ocurre que detrás hay un filósofo o pensador que está compartiendo conmigo el mismo pensamiento. Por ejemplo, cuando escribí sobre Simón Rodríguez (Simón y la República imaginaria) que son las vicisitudes de un educador, y es un caso que curiosamente tiene similitudes con Apuntes de Konavle, ya que él mostraba un desarraigo importante; cuando estaba en América quería estar en Europa, cuando estaba en Europa quería estar en América, y esto tenía una influencia muy grande sobre sus posiciones educativas, había una suerte de quiebra histórica. Y me di cuenta que este tipo de pensamiento coincidía con el de Héctor Murena, pensador argentino. Y me ocurre que, por ejemplo, en otros casos, hay otros pensadores o filósofos por detrás del mismo pensamiento… Y hoy en día no puedo escribir si no hay alguien desde la filosofía o desde el pensamiento mismo que me confirme lo que yo estoy escribiendo, sino no tengo ninguna apoyadura como punto de partida para escribir una obra de teatro.

¿Y entonces, quién está por detrás de la mirada de Apuntes de Konavle?
 Ahí me sigue acompañando Murena, porque  estoy casi convencido de que todos estos avatares del problema de la identidad, el problema de la inmigración a la inversa, el deseo de volver a los orígenes, encontrarse con una realidad completamente distinta, donde prevalece el testamento, donde prevalece por ejemplo, que si mi padre se moría ahí, los sacerdotes se quedaban con su parte, donde es una vergüenza pedir la herencia de la madre y no la del padre, de cosas que subyacen por debajo de las normas jurídicas, que son completamente distintas en buena de las que ocurren en Argentina. Este tema lo he tratado a lo largo de varias obras de teatro. Es una obsesión

¿Y fuera de esa obsesión qué otras obras podés mencionar?
 Las producidas por otra obsesión: la historia argentina. La buena sangre, es sobre Juan Manuel de Rosas, basada esencialmente sobre el tema de la soberanía y sobre su honestidad en los manejos públicos.  Otra fascinación  son los temas religiosos o místicos. Trabajé sobre una beguina francesa Margarita Porete. El cielo de Haynaud se representó en un congreso de Filosofía Medieval en la Universidad de Tucumán, es una de las primeras mujeres que murieron en la hoguera por la inquisición. Escribió un libro que se llamó El espejo de las almas simples, del cual a la inquisición le bastó solo elegir un par de fragmentos, que pecaban de ser mal interpretados, para condenarla  Lo fundamental  es que el libro cayó en manos de J. D. Scotus. Entonces parte de la obra es un diálogo entre Margarita y este filósofo Oxoniense. en medio de los curiosos placeres del pueblo por el espectáculo que significaba un cuerpo quemándose en la hoguera.
Este año la Universidad Nacional de la Matanza va hacer una obra mía sobre Fraile Beltrán, sacerdote Franciscano, maestro en artillería  y en Química que colaboró en el cruce de los Andes con San Martín para la independencia de Chile y del Perú ; de Beltrán hay una  versión escolar, mi tarea fue , curiosamente, desacralizar su figura. Un Beltrán con una lucha interior, entre” el cielo y el fuego” que es el título de la obra, amén de lo que se infiere y agrego de la poca documentación que no se daba a conocer: su intento de suicidio por presiones de Bolívar, etc.
En principio la van a hacer en radioteatro y luego la llevan a escena.

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